Huacas sagradas, fortalezas perdidas, paisajes de película y naturaleza salvaje en su máxima expresión
De Moche a Kuelap: Descubriendo los Reinos Perdidos del Norte del Perú / Parte 2 de 2
Pronto, más rápido de lo que imaginamos pero seguramente más lento de lo que lo necesitamos, podremos salir de viaje a disfrutar de las playas, campos, montañas y lagunas; pero por ahora, te traemos un recuerdo de un viaje muy especial por el norte del Perú y te invitamos a revivirlo juntos desde nuestras casas. #yomequedoencasa
Desde la «Huaca del Sol y la Luna» hasta la «Fortaleza de Kuelap» en Chachapoyas, este viaje recorre un territorio aún por descubrir por muchos peruanos y que ha sido escenario del desarrollo de 2 de las más increíbles civilizaciones pre-incas en nuestro territorio. ¡Vamos!
Antes de seguir con este viaje, puedes leer la primera parte de este viaje aquí. ¡Nos vemos!
Bosques secos, ukumaris y birdwatching
Dejamos la primera parte de la historia en Pacasmayo y en su hermosa playa «El Faro» para luego dirigirnos a pernoctar en Chiclayo. En esta ocasión solo usamos la llamada «Ciudad de la Amistad» como punto de descanso, ya que a la mañana siguiente nos dirigimos 65 km por la carretera PE-6A que va de subida hacia la sierra lambayecana y hacia la región de Cajamarca. Luego de pasar los cañaverales de la Hacienda Tumán y Patapo, llegamos a Santa Catalina de Chongoyape, donde desde hace varias años ya se viene desarrollando uno los proyectos de conservación y turismo mas resaltantes del Perú: la Reserva Ecologica de Chaparri.
Esta reserva esta conformada por 2 áreas de conservación privadas (ACPs) que protegen cerca de 34,512 hectáreas de bosque, hábitat de especies símbolo del Perú, como la Pava Aliblanca (Penelope albipennis), una especie de ave natural del Perú, que por años se creyó extinta, fue redescubierta por Gustavo del Solar, John O’Neill y Sebastián Chinchay en el año 1977, después de casi 100 año de no tener información científica del ave. Inmediatamente, el congreso de la época promulgó la Ley N°28049 donde se “declara de interés nacional la reproducción y conservación de la pava aliblanca y se prohíbe su caza, extracción, transporte o exportación con fines comerciales”.
Pava aliblanca en vuelo / Foto: Heinz Plenge
El otro representante animal de Chaparri es el Oso de Anteojos (Tremarctos ornatus), el único oso sudamericano; que podemos encontrarlo en casi toda la región andina de montañas de mediana altura, hasta los 3,800 mts de altura principalmente. Felizmente no es una especie en una amenaza directa, pero la continua deforestación de su hábitat de monte hace que sea una especie vulnerable.
Chaparrí definitivamente es una parada obligatoria y feliz en esta ruta, desde aquí tomaremos las carreteras de penetración regionales y parte de la gran Longitudinal de la Sierra (PE-3N) y los alrededores de la Mina Yanacocha y Granja Porcón para llegar a ciudad de Cajamarca a descansar. 200 km mas de camino entre montañas, bosques y pueblos de las sierras de Lambayeque y Cajarmarca.
Oso de anteojos descansando
Bajando de la sierra hacia el «horno» de Balsas y de vuelta hacia las montañas de neblina
Después de un merecido descanso en Cajarmarca y un baño sauna al mejor estilo imperial; nos dirigimos hacia Celendín y desde ahí seguimos una sinuosa carretera de bajada hasta llegar a la base del valle, al rio Marañon. Hemos descendido casi unos 2,000 metros en menos de 60 km, y ya nos encontramos en otra región: Amazonas. La variedad de paisajes que nos esta ofreciendo esta ruta, la están convirtiendo poco a poco en unas impresionantes que tenemos en nuestras memorias.
El puente Chacanto (puente antiguo en la foto) une a las regiones de Cajamarca y Amazonas. La temperatura promedio de 29° C, una humedad alta y la casi ausencia de viento, hacen de esta zona bastante calurosa; pero nada que la muy rica producción frutal de la zona no pueda aplacar.
El reino de los Sachapuyos
Después de una reparadora noche cerca del poblado de Yerbabuena seguimos en ruta explorando el valle del Utcubamba, que se extiende desde las alturas de Leymebamba y la conocida Laguna de los Cóndores hasta desembocar en el poderoso río Marañón cerca de la ciudad de Bagua.
Este valle fue el principal centro de desarrollo de los sachapuyos, un reino que floreció entre los años 900 y 1470 de esta era, es decir por algún tiempo fueron contemporáneos a los Incas, que llegaron del sur a estos territorios alrededor del año 1470 mientras Tupac Inca Yupanqui era el soberano incaico. Los sachupuyos (o «chachapoyas» como más adelante fueron conocidos) dejaron para las generaciones futuras algunos de las edificaciones y recintos más impresionantes de la historia prehispánica del Perú, sitios como los misterios Gran Vilaya y Gran Pajatén, o los recintos funerarios de Laguna de los Cóndores, los Sarcófagos de Carajía o los Mausoleos de Revash; pero en esta ocasión, nuestro siguiente destino es su más conocido legado arqueológico: Kuelap.
Desde la carretera principal del valle, se toma un desvío en la localidad de Tingo, y luego hacia Nuevo Tingo desde donde ahora hay la oportunidad de utilizar el servicio de Telecabinas Kuélap, que opera desde hace algunos años para la visita de la ciudadela de una forma distinta y más fugaz. Nosotros seguimos manejando por un camino con muchas curvas y que se adentra a un valle de bosques entre neblinas. Pasamos los pueblos de Choctamal y Longuita en el camino de subida, no sin antes descubrir que partes de los bosques que vemos son parte de un Área de Conservación Privada, la ACP HUIQUILLA, pronto volveremos a conocer mas de esta las otras iniciativas de conservación de espacios naturales como la ACP HUAYLLA-BELEN o la ACP MILPUJ.
Finalmente llegamos a la entrada de la fortaleza y desde aquí caminaremos para explorar la fortaleza a pie, que este año 2020 cumple 177 de ser «descubierta» para el mundo moderno. A quien se le atribuye su descubrimiento es a Juan Crisóstomo Nieto, juez de la ciudad de Chachapoyas durante esos años (1843); pero es gracias al arqueólogo e historiador peruano Federico Kaufmann Doig que tenemos mayores estudios sobre la llamada «fortaleza o ciudadela» de Kuelap. Para Kaufmann «Kuélap era, con sus más de 400 recintos circulares de piedra, una gran despensa donde se guardaban los granos, la carne, en previsión de sequías o lluvias”, según responde a La República en una entrevista hace algunos años.
El complejo está construido en la cima del Cerro Barreta, su plataforma se extiende por 600 metros de largo y se encuentra rodeada por muros de hasta 19 metros de altura. Una verdadera fortaleza que en tiempos de crisis alimenticia, puede merecer ese nivel de protección para garantizar la protección de los alimentos para una población en necesidad.
A lo largo de todo el complejo uno se encuentra numerosos ejemplos de exquisito trabajo de frisos en las piedras, el clásico alineamiento que es común en la arquitectura chachapoyas, plataformas circulares, callancas y el impotente torreón en el sector norte colindando con un abismo de acceso casi imposible. Felices de tan extraordinaria experiencia, seguimos nuestro camino hacia Chachapoyas y Cocachimba.
Un gallito escurridizo y 771 metros de caída libre
A solo 37 kilómetros de la ciudad de Chachapoyas (capital de la región Amazonas) hay un desvío de tierra y piedras que nos dirige por 5 kilómetros más hasta el pequeño pero ordenado, limpio y casi idílico poblado de Cocachimba. Ya desde su plaza principal es posible tener algunas vistas de lo que nos espera más adelante en esta aventura. Aquí hay muchas opciones de alojamiento y hospedaje, desde casas rurales muy acojedores y cálidas habilitadas para el turismo, hasta el conocido Gocta Lodge, reparador y muy bien ubicado.
Al día siguiente, con mochila a la espalda y cámara en mano nos dirigimos camino abajo acercándonos a la tercera catarata más alta del Perú, Gocta; o «la chorrera» como se le ha conocido localmente por muchos años. Kilómetros más abajo y siguiendo las instrucciones de nuestro guía nos salimos brevemente del camino para lograr capturar en una fotografiar al ave nacional del Perú, la Rupicola peruviana o Gallito de las Rocas. Muchos minutos pasan esperando, no nos movemos; y mantenemos extrema paciencia y silencio; pero nada. Minutos después y tras haber escuchado movimiento de hojas entre los árboles logramos tomar una foto a un ejemplar macho de brillantes colores, pero muy a lo lejos y de la mejor forma que nuestra cámara nos deja.
Medianamente satisfechos, regresamos al sendero principal y guardamos el equipo fotográfico para seguir caminando. El que no tengamos nuestras cámaras en mano debe haberle parecido lo mejor para este gallito de las rocas, ya que decidió volar a solo unos metros adelante nuestro, en medio del camino; sin ramas ni árboles que lo cubrieran, para finalmente desaparecer justo antes de que saquemos de nuevo nuestras cámaras fotográficas. El recuerdo queda en nuestra memoria, y quizás sea mejor así.
Solo unos pocos kilómetros más y nos encontramos casi frente a frente ante el impresionante salto de agua de Gocta, 771 metros divididas en 2 caídas de 231 y 540 metros, medida oficialmente el año 2006 por el explorador alemán Stefan Ziemendorff y su equipo. Y es que Amazonas es una tierra bendecida por caídas de agua ya que tiene en su territorio también a Yumbilla, una catarata de 896 metros de altura; colocándola como la quinta más alta en el mundo, después de la Kerepakupai Merú o Salto Ángel en Venezuela con 971 metros, Tugela Falls en Sudáfrica con 948 metros, Las Tres Hermanas también en Perú con 914 metros y las Olo’upena Falls en Hawaii con 900 metros.
Volvemos a nuestra confiable camioneta y nos dirigimos siguiendo el serpenteante río Utcubamba, pasando Pedro Ruiz ; entrada al territorio de comunidades Awajun (Aguaruna) en la actualidad. El Utcubamba se une al Marañon y llegamos a Bagua y su infernal calor. Seguimos por la Carretera Interoceanica Norte o IIRSA Norte, y finalmente cruzamos la cordillera de los Andes hacia la costa por el Abra de Porculla, el paso de carretera interandino de menor altitud del Perú.
Desde aquí la carretera nos llevara en bajada constante bajada hacia Olmos y Lambayeque donde nos espera nuestros últimos punto de visita importante en este recorrido por los reinos perdidos del norte del Peru: Las Piramides de Tucume y el Museo de Tumbas Reales del Señor de Sipán.
Chamanes, curanderos y el rey Moche que redefinió la arqueología peruana moderna
Docenas de pirámides de barro de tamaño considerable, mostrando el efecto de las lluvias y el sol que durante siglos han dejado sus huellas en sus paredes. Todas entorno al antiguo lugar de culto llamado «El Purgatorio» o «Cerro La Raya», hogar de chamanes y curanderos durante siglos y que cuenta parte de sus historias en el muy bien puesto Museo de Sitio de Tucume.
Según las crónicas del año 1586, escritas por el español Miguel Cabello Valboa, esta ciudad de pirámides de barro fué fundada por el mismo Naylamp, que venido desde el mar; trabajó con los pueblos locales para construir el reino de los Sicán o Lambayeque, que luego se anexarían al reino Chimú. Actualmente se continua con el excelente trabajo de los arqueólogos, museografos y personal de turismo que lograron en el año 2014 ganar el premio a «Mejor Proyecto Mundial de Turismo» por la British Guild of Travel Writers, después de la nominación por la escritora de viajes Hillary Bradt.
Nos trasladamos 25 kilómetros hacia la ciudad de Lambayeque para cerrar con broche de oro este gran recorrido por el norte del Perú. Parqueamos la camioneta y entramos a uno de los proyectos de mayor valor cultural e histórico de las últimas decadas en el mundo, el Museo de Tumbas Reales del Señor de Sipán.
Walter Alva y Luis Chero Zurita hallaron en Julio de 1987, y después de años de trabajo en la Huaca Rajada; una serie de entierros de personajes de la más alta nobleza del reino Mochica. El Señor de Sipán, un sacerdote de alto rango, y el Viejo Señor de Sipán; haciendo de este hallazgo arqueológico como uno de los más importantes del siglo XX., ya que era la primera vez que se encontraba un entierro de este nivel jerárquico y sin huellas de saqueo o destrucción.
El Museo Tumbas Reales del Señor de Sipán fue inaugurado en el año 2002 y su arquitectura está inspirada en el diseño de las pirámides truncas moche. Este está dedicado casi enteramente a los entierros descubiertos por el equipo de Alva y custodia más de 2 mil piezas arqueológicas de oro. Además de piezas de metales preciosos, al Señor de Sipán lo acompañaron literalmente hasta la muerte ocho individuos, 2 llamas y 1 perro; todos enterrados para servir de compañía al soberano moche en la otra vida.
Todo lo que hemos visto y experimentado en este viaje solo nos convence mas de seguir descubriendo el Perú, de abrir mas rutas de exploración y aventurarse a las rutas mas desconocidas y traer a la actualidad conocimientos, monumentos y objetos ancestrales de nuestra tierra, y te invitamos a seguir investigando y leyendo sobre el Perú y las infinitas maneras de volver a descubrirlo ni bien sea seguro para todos volver a tomar una mochila, cámara y salir a viajar.
¡Nos vemos pronto!
No olvides de compartir esta historia de viaje con tus amigos, animarlos a buscar su siguiente destino dentro del Perú y comentarnos a donde estás planeando viajar este año, estaremos felices de ayudarte a planearlo.
Nos vemos en la siguiente aventura.